martes, 30 de septiembre de 2008

De ejercicios y sueños.

-Amore, ando amado, aliento añoro, ansío amarte, ángel. Ah. Anda. Ahora habla, anuncia amor.
-Vida, voy volando veloz. Verte varias veces vocación vislumbro. Vaya vía: volcán, vente, voy.
-Traficar tiene trabajo. Tiemblas? Temor tienes? Tunda tendrás.
-Cerebrito, canto contenta, corazón. Cielo color carmín como cuando corres cavando centro con candor.
-Date diez, dice docente. Dame doce damas diario, díscola.

-Cien, calificación, Cándida. Comes carnero? Confía. Canta canciones comerciales como cuando Caribe cooler. Corazón cantante. Cama cuándo?
-Cama cuando conmigo corrijas color calzón. Concedo coger con condón.
-Como comenzar comentarios? Con cariño, corazón. Con cariño cantar cantos. Conceptuar caleidoscopios. Claro, coger como conejos. Cogernos cariño.

-Diva. Di.
-Tiemblo tanto, Toño. Tenerte todo. Temo tú tambalees. Traficante, tienes tibieza, tranquilidad, talento.
-Tanto tiempo tener tunantes, tiricia, tara tengo. Tiemblo. Tienes tú tentación? Tómame. Te tomo.
-Tas tonto, tirano.-Tonto, tonto? Tas temblorosa. Tirana, tú. Tomas té, tunanta? Tengo tanto tuyo.
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Sueños
Andaba en Comalcalco. No se por qué. Necesitaba irme a Villahermosa. Pasé por el somellera, la línea de autobuses. Esperaba. Intenté comprar un boleto. Va a tardar aún, me dijo el despachador. Había otros como yo en búsqueda de boleto. Momentos antes una niña que traía un cuchillo por poco se corta. No era de ella. Así que al ayudarle me quedé con él. Traía yo en mi maletín el cuchillo, cuando la compra del boleto. Dos muchachos me dijeron que podíamos irnos en taxi. Me gustó la idea: más rápido llegaríamos a nuestro destino. Luego me acordé que también podría buscar la parada de taxis a nacajuca, y de allí transbordar. A eso dirigí mis pasos. Caminé sólo por unas callecillas de la ciudad. Necesitaba preguntar sobre la parada de los taxis colectivos a nacajuca. En mi trayecto vi a unas personas platicando. Al acercarme pude darme cuenta que era una pareja de ancianos lindísimos. Instintivamente toqué mi bolsa que llevó al pecho donde va mi cámara fotográfica. Y les pedí permiso para hacerles un retrato. Son para una revista, les mentí. El creyó escuchar que dije “para una revista de Cuba”, e inmediatamente se emocionó. Ella era de una belleza esplendorosa: alta, fuerte, ojos grises, mirada tierna, cabello mezcla blanco y negro, cejas pronunciadas, y andaba desnuda de su torso. El también fuerte para su edad, con sonrisa de aceptación, me dijo que lo que fuera para cuba era aceptable. Asi que saqué mi camarita de aficionado, y me dispusé a disparar varios clic, para asegurar buenas fotos. Antes el me dijo que tenía unos libros que apreciaba mucho, y quería mostrarmelos. Estaban en una repisita cerca de su ventana. El trató de bajarlos con una mano, pero eran varios y grandes. Yo me ofrecí a ayudarle. Era como una enciclopedia, o colección de cinco seis libros grandes, con mucho polvo. Bajé dos y le pasé la mano por la cubierta. Alcancé a distinguir la figura de José Martí y lo confirmé al leer el nombre del héroe cubano. Antes de tomar las fotos, pensé en preguntarles sus nombres, para que en una supuesta y presunta exposición de fotografías, estuviera con datos precisos. Serían reveladores. En ese momento desperté.

sábado 31 de mayo de 2008


Mole para dos o veinte
Era como de truco avanzar sobre nubes de algodón. Luego inició el diálogo sobre las comidas. Yo tenía hambre, de eso no había duda. Hada madrina quizá no, porque era fácil pronunciar su comida favorita y con la varita mágica, la de los poderes de todas las hadas, hacerla aparecer. Y si fueras a elegir platillo para boda, cuál sería esta, dice. Yo respondí con sonrisa de luna: club sándwich. “Stas loco”, dice, y me tira un puñado de brillo luminoso que se me pegó en la nariz. De veras, ¿cuál sería tu platillo? Entraba sombra por la rendija donde salen los ratones. Pensé que algo tradicional, y recordé a madre cuando lo las fiestas de la infancia: bautizos, confirmaciones, cumpleaños. Y supe que era el mole. Y dije orondo que mole. Una viejecita amiga de madre lo hacía en casa y ella le ayudaba. Poco a poco madre aprendió. Y cuántos invitados serán? dice Hada. Cincuenta, quizá, treinta o veinte, respondo con la seguridad de siempre. Ella cierra esta parte del diálogo: será para dos personas, o veinte. Así será.

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